Monday, April 26, 2010

TIEMPO LIBRE


No es fácil postear en un blog con un hijo de un año y medio dando vueltas alrededor de la computadora desesperado por apretar las teclas, hacer click con el mouse o meter el dedo en el botón de reseteo de la CPU. Hay que esperar a que duerma la siesta o que se quede con su madre en algún otro sector de la casa. El tema es que cuando el querubín se duerme lo más probable sea que haya que elegir entre ordenar el caos de juguetes, sentarse frente a la computadora o simplemente hacerse un café y mirar televisión. Pero si uno elige dedicarse al ocio, en realidad no termina de relajarse, porque esa clase de ocio es como ponerse a tocar el piano en una casa bombardeada. Mas que un momento de placer es un momento de escapismo barato. Siempre pienso en esa canción de Cerati que dice “Ya limpiaste la casa, ya limpiaste tu cuerpo, ahora tienes el tiempo”. Y pienso en toda esa llanura temporal abriéndose ante nuestra ínfima humanidad como una hoja romaní y uno adentrándose en ella ávido de experimentación con la tranquilidad de que habrá un mundo ordenado al cual poder volver a recostarse luego de haberse sometido a los vaivenes de la creación. Todo bien, pero ¿qué es tener tiempo libre? Cuando no se dispone de tiempo lo más loco es que uno se acostumbra a eso y hasta le parece normal. La expresión "tiempo libre" incluso parece más un jeroglifico que otra cosa. Pero a veces ocurren accidentes. Y entonces, así porque sí, como si hubiera alguna especie de alineación astrológica irrepetible, hay un chasquido y ahí estás, solitario y diminuto ante una cantidad considerable de lo que se conoce como "tiempo libre". Y te sentís tan pequeño ante eso, tan hormiguita al lado de un sauce… Es que hay montones de cosas a medio hacer y uno que no sabe por donde corno empezar y pasa que el gran lapso de tiempo se convierte en caos y nos revoluciona. Porque en realidad no es mucho tiempo y porque además la velocidad que lleva a que las cosas se vayan acomodando solas o con algo de ayuda es como una marcha lenta por la avenida General Paz a las 8 de la mañana. Y pasa que el gran lapso de tiempo va languideciendo y no se avanzó gran cosa. Y ahí estoy. Acompañado por un libro de Dean Bakopoulos que se llama POR FAVOR NO REGRESES DE LA LUNA y la edición especial de la revista ROLLING STONE con lo mejor de la década. Todo arriba de la mesa de luz. Y mi hijo me trae una pelota de goma y me invita a entrar en un mundo llamado QUE BUENO SE VE TODO DESDE ACÁ ABAJO y jugamos y corremos al ras del suelo. Y así, con algo tan simple, me voy ganando un lugar respetable en el arcón de sus mejores recuerdos.

Thursday, April 15, 2010

UN PEQUEÑO INCONVENIENTE



El otro día aparqué el auto en el estacionamiento del trabajo, antes de bajar cerré la puerta activando las trabas de forma manual y me olvidé la llave adentro. Todo un inconveniente. Eso es por no arreglar el cierre centralizado, me dije. En el momento en el que me di cuenta me sentí mal. Bueno, no me sentí mal, me sentí un boludo, que es algo mucho mejor que sentirse mal. La otra llave, la que solucionaría el inconveniente, estaba en mi casa, 25 km al oeste del gran Buenos Aires, dentro de una canastita de mimbre, encima de uno de los muebles de la cocina. Por suerte, una vez cumplido mi turno de trabajo, un compañero me alcanzó en su auto hasta unas cuadras de mi hogar dulce hogar. Cuando llegué, entré, vacilé, tomé la llave y me volví a buscarlo. Lo lógico, más que nada debido a la distancia, hubiera sido dejarlo en la playa de estacionamiento, levantarme una hora antes al otro día, viajar en colectivo y retirarlo luego de cumplir mi turno, todo junto a un consecuente ahorro de dinero y combustible. Pero fue más fuerte que yo. No podía esperar hasta el otro día para enmendar un error. No me iba a sentir tranquilo y el resto del día no iba a ser algo disfrutable en absoluto. Pero digamos que a ese hombrecito que habita dentro mío y que trata de buscar lo positivo en este tipo de cosas, el viaje en colectivo le vino bien. Me lo tomé como un paseo por más que no fuera un paseo. Además de darme una vuelta por el Musimundo de Liniers, me la pasé leyendo UN PEQUEÑO INCONVENIENTE de Mark Haddon, que a comparación de su anterior libro EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE, me aburre bastante. Pero, al igual que uno de los personajes de la novela, no iba a evitar las situaciones difíciles y no iba a dejar una película mala por la mitad. Así que bueno, me dije, tengo que ir a buscar el auto y llegar al final del libro porque ya leí mucho más de la mitad. No es que sea un mal libro, pero bueno, cada uno sabe qué cosas le despiertan placer. Incluso creo que disfruté más el haberlo conseguido a mitad de precio en Parque Rivadavia que el hecho de transcurrir sus páginas. Después llegué, fui a la playa de estacionamiento, suspiré aliviado, saqué la llave de la riñonera (bolsillo que había mirado de reojo durante todo el viaje), abrí el auto y me volví para casa. Al salir me crucé con un compañero que estaba entrando su BMW modelo 81. Le conté lo que me había pasado de ventanilla a ventanilla. Nos reímos. Y de esa risa supe que se iba a hablar de mí un par de días o cuando hiciera falta reírse de algo. 

Tuesday, April 06, 2010

DOMINGO


Las nueve de la mañana. Aunque tal vez sean las ocho. Hay mesas desocupadas. Poca gente. Es domingo. Es tan sólo el nombre de un día de la semana, pero a veces tengo la sensación de que la palabra domingo explica muchas cosas. Como si ciertos ánimos y aromas y texturas estuvieran adheridos a esa D mayúscula de un modo inexorable. A lo lejos suena una canción de Morrissey. Alguien dejó la radio prendida sólo porque es Domingo a la mañana y hay poca gente. Es una canción melancólica pero así y todo no logro reconocerla. Es una muestra más de que ya no soy lo que era. A veces para bien, a veces para mal. Antes absorbía todo lo que estaba en el aire. Ahora lo selecciono. A veces la paso bien y otras sólo paso el tiempo sin sentir nada exuberante. Es lógico. Todo no se puede. Todo es aburrido. Nada también es aburrido. La cosa constante manteniéndose equilibrada en el tiempo es aburrida. El aburrimiento es peligroso. Y más un Domingo después del desayuno. Lo sé por experiencia propia y por las películas de Lucrecia Martel. Mi papá encargaba bolsas de cemento y levantaba paredes fuera de escuadra. Mi mamá se iba a hacer compras y tardaba tres horas. Yo dormía. Y ahora que lo pienso, creo que inconscientemente salía cada sábado a la noche para nunca dejar de dormir el Domingo a la mañana. Es una manera de esquivar el bulto. Las ocho y diez. Al final no eran las nueve, ¿de dónde saqué eso? Es obvio que estoy teniendo un problema con la percepción del tiempo porque los relojes digitales nunca retroceden. En la radio hay una canción un poco más alegre, con solo de saxo incluido. Tampoco la conozco. Otra canción más que no conozco. Una nueva manera de ser libre. El sol está hermoso. Es domingo. 

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