Wednesday, September 17, 2008

UNA NUEVA LUZ


"YO VINE Y NO TRAJE NADA/ Y LO MEJOR ME LLEVÉ"

La flor de Santo Tomé-Luis Alberto Spinetta

Ser padre es un hecho luminoso. Eso es lo que siento en estos días en los que estoy a escasos momentos de serlo. Lo loco es que esa luminosidad que la llegada de un ser trae consigo parece arrojar cierta luz en el modo de ver las cosas, es algo así como tomar un reflector y comenzar a enfocar la vida desde otro ángulo, es decir, me encuentro mucho más irritable ante la hipocresía con la que uno convive todos los días y mucho más interesado por los problemas del país y la sociedad en sí; y, por qué no, del mundo, sobre todo en lo concerniente a lo ecológico. A veces supongo que una vez que mi hijo empiece a hablar y a entender las cosas, tal vez ya no me causen gracia los chistes sobre la marihuana, el cinismo o el sarcasmo televisivo de todos los días. Menos que menos el morbo y la prensa amarillista. Por lo pronto ya me acostumbré a fumar poco y nada, y eso lejos de casa, por supuesto.
Pero es muy propio de estos días eso de andar imaginándome cómo será mi vida en los próximos años. Y al andar imaginando uno se va haciendo preguntas, algunas hermosas (¿querrá que le enseñe a tocar la guitarra?) y otras un tanto estúpidas (¿Me seguirán gustando los discos de Enrique Bunbury?), inclusive tengo ciertos ensueños en donde me veo (a eso de las 3 de la mañana) trabajando con la notebook en la mesa de la cocina en busca de escribir mi gran obra maestra y a él al lado mío durmiendo en su sillita con pececitos de colores que cuelgan de un arco de pana. Pero una cosa es segura: ya nada será igual. Afirmación tajante y contundente por donde se la mire. Incluso tengo muy presente en la cabeza algo que me dijo un amigo: “Lo más alucinante, lo más loco, es que a la clínica vayan dos y vuelvan tres, no sabés lo fuerte que es eso”. Y vaya si me esperan cambios. Sé que con él vamos a tener momentos hermosos y otros en los que lo voy a querer colgar de un poste… Y otros en los que él me va a querer colgar a mí, por supuesto. Pero lo que más me alucina es el hecho de reconocer mis rasgos en esa personita, creo que eso me va a tirar abajo las defensas; ya lo cantó el nano: a menudo los hijos se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción (¿tendré capacidad suficiente para escribir una canción que hable de él y que a la vez sea tan linda como esa? ¿Qué irá a pensar cuando se le ocurra asomarse por acá y encuentre esto?). De tan sólo pensarlo me emociona… No sé qué más decir, sólo que espero que sea mucho mejor que yo en todo, y que cuando me diga “no papá” vea en ello una hermosa afirmación de su personalidad. Y también espero, como dice la canción de Ivan Noble, que su sonrisa se haga el pan con dulce de mis mañanas.

Monday, September 08, 2008

TOO MUCH BLOOD



Hay demasiada sangre en las películas, incluso llega a un nivel que, como todo lo que abunda, asquea (y mas si se trata de sangre y no de chocolate). Por ejemplo, hace poco vi PROMESAS DEL ESTE (Eastern promises, David Cronemberg, 2007). La trama es muy buena, pero eso de mostrar como se degüella a una persona, clavarle a otra un cuchillo en los ojos y que se vea en primer plano o ver a una mujer embarazada desangrándose y a su bebé prematuro desvanecido…. O la mismísima RAMBO en donde basta un disparo para que alguien se quede sin cabeza o tajear un abdomen para que alguien ruede colina abajo y su cuerpo se divida en dos partes. Ni hablar de mostrar las heridas o como las mismas se cosen con hilo de matambre. Desde RESCATANDO AL SOLDADO RYAN (Steven Spielbreg, 1998) para acá, incluso pasando por LA PASION DE CRISTO (Mel Gibson, 2004), los ejemplos abundan. Yo digo, ¿es necesario mostrar tanta sangre? ¿Cuál es el objetivo? ¿Volvernos morbosos? ¿Que nos cause gracia ver como una cabeza estalla en mil pedacitos? ¿Competir para ver qué cineasta es el que logra los efectos más realistas? En mi caso particular, las películas de acción me entretienen y me ayudan a pasar el rato, que en definitiva es lo que busco de ellas. Pero últimamente cada tanto tengo que mirar para otro lado par evitar tener nauseas o impresionarme. Tal vez se deba a que soy parte de una generación que creció mirando SABADOS DE SUPER ACCION por canal 11, en donde a lo sumo un balazo generaba un charco de sangre en una camisa, o en donde había tipos que se morían luego de haber recibido un disparo y sin siquiera sangrar un poco. A veces me pregunto qué efecto tendrán estas pantallas morbosas en las nuevas generaciones. Si veo que a un tipo lo tajean y eso me divierte, ¿no voy a tener ganas de probarlo en el mundo real? Es más que obvio que estoy hablando de chicos que encienden la PLAYSTATION y cargan un fusil “virtual” que hace volar a un soldado “virtual” en pedacitos. En fin, que las películas estén tan bañadas en sangre no me parece nada positivo, no creo que generen nada bueno en los que lo ven.

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